Autor: Luis Landa, socio principal de ARTL Chile Auditores
Señor/a Director/a:
A propósito del auge del bitcoin, el cual ha triplicado su valor durante los últimos tres meses -recordemos que a mediados de diciembre aún valía solo 20 mil dólares-, creo necesario aterrizar un tanto la adrenalina del récord y centrarnos en un escenario un poco más cauto. No siempre la innovación va a consistir en hacer todo apresurado.
Si bien el entusiasmo que existe por parte de algunos agentes del mercado sobre este tipo de activos digitales motiva el negocio y otorga frescura a las bolsas más importantes, no debemos olvidar que solo una madurez de tipo mercantil y regulatoria podría romper las barreras que aún no logran convencer a las empresas locales y regionales de utilizar el bitcoin como medio de pago y no solo como inversión especulativa.
¿Cuánto queda para eso? Bastante. La criptomoneda puede ser expedita, barata, global, pero es descentralizada, lo que quiere decir que no hay autoridad o institución de control que se haga responsable de su emisión y registro de sus movimientos; algo peligroso, más en tiempos incertidumbre y fraudes informáticos. En definitiva, el bitcoin aún se encuentra en el ámbito especulativo y aún cuando algunos piensen que es un activo refugio, los riesgos de la alta volatilidad le quitan ese atributo.